jueves, 8 de marzo de 2018

Los labios de Elizabeth


Fotografía: Pedro Paggani


Todos los bares están llenos de hombres sellados por su roja maldición, abusando del vodka o del whiskey, encadenados a la etílica oscuridad de un ron o de una milenaria cerveza, intentando con amargura, arrancarse de la lengua, ese dulce néctar que, irónicamente, alguna vez los hizo olvidar todo el dolor del que con ellos, fue capaz el mundo y la monotonía de sus secuaces. La mayoría la conocieron luminosa, como una estrella radiante que había roto los cordones de su órbita madre, y va por ahí desordenando los argumentos del universo, despedazando con su luz las bases del cosmos, en La Vía Láctea de un oscuro bar que en las noches se cubre de célebres cortejos y siluetas fugaces, allí las burbujas de las cervezas estallaban de caos y también de música, al interior de los corazones perforados por los infrarojos disparos de una belleza que resultaba angelical pero también terriblemente maligna. A su contacto, siempre la sensación de un inefable fuego, un extraño ritmo de movimientos musculares, que dibujaban una suntuosa vorágine venenosa, en donde todos nos perdíamos, y nos volvíamos a descubrir al otro día indefensos y distintos, y sin ella. Como si hubiésemos vuelto a nacer en un mundo mucho peor, un mundo a la deriva, en donde el amor efectivamente no exístía, pues ya lo habíamos conocido y perdido para siempre. Creo que sus labios eran un precipicio en el que nuestras diminutas almas se columpiaban con descaro, gritando cosas que ella de vez en cuando reproducía como un eco, y así creíamos por un segundo que Dios se fijaba también en nosotros. Recuerdo con claridad un parque de artistas frustrados, que dibujaban a la gente por unas miserables monedas cobrizas, su rostro era el único a color y a gran formato, colgado sobre el árbol central (que en las tardes se tupía de gaviotas), con muchísimos más a lápiz y otros cuantos a carboncillo, en una escalera de madera, que descendía en espiral hasta llegar a la altura de la curiosa muchedumbre. No había hombre, y tampoco mujer, que no se detuviera a verlo e hiciera un comentario sobre la maravilla genética que había obrado con sagrado pincel, para producir unos labios que resumían en sí mismos todos los niveles del cielo y todos los escalones con que está hecho el sobrepoblado infierno, donde quienes la besamos, ya tenemos una suite asegurada. Siempre había que decir que el artista no había exagerado.

Andrés Julian Rendón Cardona: El condor herido







"Mejor me voy, mejor me voy, como hace el condor herido". Dicen que son las palabras que Andrés Julian articula con emoción en la hamaca camuflada de su paracueva, en donde se dedica a pensar cómo decirle al pueblo que se perdieron un poco más de 20.000 millones de pesos, en ese solar a medias al que él llama con cinismo profesional "parque patrimonial". Todas estas cavilaciones ocurren en su desnutrida mente, mientras que se exprime los aguosos callos de los pies y disfruta de un colorido jugo de naranja, hecho con los mismos naranjos que EDESO tumba a diestra y siniestra por todas partes. Este aspirante a caudillo, ha salido con la tradicional tabla moral del narcotraficante, del vengativo y del mentiroso, a denunciar inconsistencias extrañas, que si en verdad son así (¡Lo dudo con un tipo que usa la mentira como materia prima!), tuvo que haberlas puesto al conocimiento público desde hace muchísimo tiempo atrás, no solo cuando le dicen las verdades en la máscara, perdón, en la cara. Ahora bien, va venir éste truhán a manifestar con ejemplar bufonía, que en la política nadie busca contratos beneficiosos, sabiendo bien que él es uno de los ejemplos perfectos de ese fenómeno; metió la pezuña bien profundo, tal cual la vaca esa que tanto le gusta decir que se atocha, ahí murió su incoherente argumento político, extraído del paranóico cerebro de su Dios en declive. Solamente he hablado una vez con él, directamente, y fue cosa de debut y despedida, ocurrió en uno de esos encuentruchos "democráticos" que hace, los cuales para mí no son más que encuentros de alcantarillado, en donde no se toleran las ideas que vayan en contra de las suyas; ese día terminé de decepcionarme de este tipejo, porque va con una comitiva de muerdealmohadas y soplanucas, que empiezan a gritar insultos como posesos, e improperios a quien con respeto, le hace ver errores gravísimos de su administración, en mi caso, su deslucido apoyo al sector cultural. Desde entonces, decidí tratarle de igual forma, porque para que alguien lo entienda a uno, hay que aprender a comunicarse en su mismo lenguaje. El núcleo de la polémica está sobre la cabeza de Ricardo Nieto, quien por su parte, publicitó un vídeo en donde expone unos argumentos totalmente coherentes, cifrados y dateados con total responsabilidad, y eso fue la estaca que se clavó en el costado del alcalde y ha jurado aplastarlo con su séquito de lameculos, a los que si se les hiciera una evaluación psciológica, se evidenciaría que tienen un complejo de paramilitares y casiques de la contratación tremendo, y por ende, altamente peligroso; pero qué se puede esperar de personas que como modelo tienen a uno de los más grandes genocidas de Colombia, Alvaro Úribe Vélez. Aquí, a mí siempre me ha quedado claro algo, que repito cual cansino párroco de iglesia; hay que pensar igual que Andrés, sentir lo que Andrés siente, moverse como Andrés se mueve, hablar como Andrés habla (es decir, imitando a Álvaro Uribe Vélez con ese deje en la voz que se me hace bastante patético, recordando sus dichos y sus trinos y cuánta sandez se le haya ocurrido decir en su desafortunada carrera política) y también, ponerle los cuernos, o más bien, las orejas de asno a la esposa, como él se los pone con las empleadas y funcionarias de su administración (y tanto que se vanagloria de sus creencias católicas). Se dice que tiene un catálogo de mujeres próximas a ser contratadas, el requisito es tener un buen par de tetas que él pueda apreciar cada vez que estén buscando papeleo en su oficina, de ésto ya hay varias denuncias y varios vídeos, así es que, qué se puede esperar de semejante personaje tan repugnante, que busca siempre figurar en todo cual  frustrada estrella de cine. Se me pasaba mencionar otro suceso que siempre había pasado por alto, asistí a la Fiesta del Libro, que se celebró con la característica mediocridad en varios lugares de Rionegro, más que una fiesta parecía un funeral de mamertos y mamertas, para justificar derroches presupuestales; nunca me pronuncié sobre éste tema en específico, porque todos los asistentes vieron el ridículo que hicieron, y su excusa preliminar fue la siguiente: "Es que era un evento improvisado, que apareció y se consolidó muy rápido", sabiendo que desde hacía ya seis meses, desde educación, lo estaban planeando y diciendo que lo querían hacer con paciencia y disciplina, porque antes bien que nada. Pero por los bigotes de Dalí. Al terminar uno de los encuentros, una de las comunicadoras me pidió unas palabras para subirlas a la página de la alcaldía, a lo que tanto Yised Bahena, secretaria de educación, como Diego Mora, jefe alopécico de comunicaciones (el sector que más dinero roba, posiblemente para pagarse su caro tratamiento) se opusieron diciéndole lo siguiente: "No, a ése no". Volvió, me entrevistó, e hizo como si nada, y todo el tiempo estuve consciente de que no había prendido la cámara. Ya ven, queridas amigas y amigos, aquí estamos meando fuera del tiesto, aturdidos, baneados de toda libertad, la pregunta final es la de siempre: ¿Hasta cuándo?.

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