jueves, 16 de febrero de 2017

Los curiosos son más

Un hombre de piel latina, se pone de rodillas en la calle. Indiferente a que pase un carro, indiferente a la gente que va y viene por los alrededores de la iglesia principal de Rionegro, buscando trabajo o caminando a uno. Habla entonces como un ilusionista, con voz de hechicero, pero sus primeras frases de pretensión mágica, son tiradas al olvido y las gentes siguen caminando, como si se tratara de un mendigo. De repente, saca de una bolsa negra, unos aparatos extraños, desconocidos y como hechos  por sus manos, la luz del Sol los baña. Y ahora, algunos granos de la multitud se esparcen alrededor del hombre, que comenta: "Puedo hacerlo, ya lo he hecho antes". Pero alguien murmura: "¿Hacer qué?". El ruido de los vendedores ambulantes oculta el murmullo y oculta también la respuesta del hombre que proclama cosas propias de un mago. Demasiados curiosos quieren resolver si es un falso profeta. El hombre sigue hablando, mientras más curiosos se acercan a lo que parece ser un accidente. Sin embargo, cuando escuchan la cifra de una suma de dinero a cambio de un conocimiento o bien, un objmag, se retiran como mosquitos ya satisfechos y dejan al hombre solo, arrodillado en el ardiente cemento, calentado por la tarde que se evaporaba. Triste se retira el collar de colores vivos y se marcha, ahora sin ilusión, el ilusionista se ha ido y promete no volver. Y los ilusionados también, con la diferencia de que ellos si volverán. Ahí está Rionegro pintado, siempre se trata de buscar los métodos para vender una falsa promesa. 


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